En estos tiempos pandémicos -o en realidad, en cualquier tiempo- se agradece ver una obra propositiva y diferente, y mejor, si esta provine de talento joven mexicano, como Simulacro del Fin del Mundo, escrita por Alejandra Robles y Aldo Bringas.
Aquí, cuatro personajes: Lucy (Fernanda Albarrán), Alina (Alejandra Robles), Alejo (Aldo Bringas) y Roco (Leonardo Yee/alterna Carlos Bellato) coinciden en una oficina, por lo que la historia se desarrolla con sus interacciones y monólogos, con los que vamos conociendo, y contrastando, sus personalidades.
Lucy es la típica Godín, la responsable de contestar el teléfono de atención a clientes, a ella le entusiasma platicar con sus compañeros y compartirles detalles sobre su mascota: Claudio, un pez que hasta tiene su propia cuenta de Instagram. La interpretación de Albarrán recrea perfectamente el espíritu de una oficinista introvertida, pero sumamente dulce y por quien resulta imposible no sentir muchísima ternura, y empatía.
En el otro extremo está Alina, una mujer determinada, segura, y algo amargada cuyos días transcurren entre quejas y maldiciones; la escena cuando coincide con Lucy en el elevador es de los mejores momentos de la obra: la dulzura de Lucy contrasta con la personalidad fría de Alina: quien aparenta ser perfecta, pero está sumamente enojada con todo y con todos. Paralelamente, Robles interpreta a personajes incidentales como una computadora y una edecán de un programa de concurso que resulta creíble, e hilarante.
Alejo es definido como un ‘esclavo promedio’; un contador que aspiraba a estudiar literatura pero cuyos sueños se vieron truncados por la presión de sus padres para mantener la tradición familiar de ser actuario y dedicarse a los números. Alejo no tiene muchos amigos y pasa mucho tiempo en la computadora; secretamente está interesado en Lucy, por lo que buscará oportunidades para interactuar con ella.
Roco es una figura sumamente identificable, un tipo de influencer-wanna-be que tras haber leído algunos libros de superación personal, encuentra la confianza -y audacia- de subir a sus redes consejos sobre cómo vivir y la importancia de decretar las cosas. En realidad, Rogelio (su nombre verdadero), está encargado de la logística en la empresa, pero por dentro está lleno de inseguridades y tiene un excesivo apego a su madre.
De esta manera, los mejores momentos del montaje resultan a partir de las interacciones de este grupo de oficinista, en la manera en la que estos se muestran vulnerables, y sobre todo, reales.
Otro de los distintivos de esta propuesta es que el director: Alan Uribe Villarruel, no solo hace que los actores interactúen mediante diálogos, sino también, con movimientos coreográficos que exponencían los sentimientos de los personajes; una decisión sin duda arriesgada, pero aquí, tremendamente acertada.
Con una escenografía sencilla que consiste en un piso blanco, dos estructuras metálicas en cada extremo y tres sillas y un banco que emulan el color de la ropa de los personajes, Simulacro del Fin del Mundo nos recuerda que no se necesita de un presupuesto millonario para lograr buen teatro.
A lo largo de la trama hay un sonido que podría parecer una alerta sísmica o de simulacro, y no, aquí no se acerca el fin del mundo ni los personajes atraviesan una pandemia; nosotros sí, pero proyectos como éste nos hacen olvidar nuestra realidad para recordar que siempre hay alguien peor que nosotros… pero sobre todo, que si alguna vez sentimos que se nos acaba el mundo, acercarnos a un compañero puede hacer la diferencia…
SIMULACRO DEL FIN DEL MUNDO, de Alejandra Robles y Aldo Bringas. Dir. Alan Uribe Villarruel. El Hormiguero. Gabriel Mancera 1539. Colonia Del Valle Jueves de septiembre a las 20:00. Domingos 19 y 26 de septiembre, 18:00 horas. Adolescentes y adultos. Presencial $200, Virtual $100. Boletos en Boletopolis.
